martes, 23 de febrero de 2016

DESCRIPCIÒN



Ambientes pantanosos en el páramo de Sumapaz.

La zonificación geomorfológica de los páramos colombianos corresponde, ante todo, a las grandes unidades del relieve y en segundo lugar, a las unidades climatológicas ocasionadas por el gradiente altitudinal. En el piso glaciar y periglaciar se destacan más las características morfológicas generadas por las condiciones climáticas actuales y en el piso de modelado glaciar heredado, las ocasionadas por las glaciaciones del pasado.

El relieve, que fue modelado durante el período Cuaternario, unos 600.000 años atrás, por procesos de orogénesis, recientemente ha tenido cambios superficiales debido a factores climáticos a escala terrestre, a cambios en la vegetación y, finalmente, a los que ha introducido la actividad humana a nivel local y global. 

Los glaciares o nevados constituyen por sí solos un piso y no hacen parte del páramo; tienen alturas superiores a 4.800 msnm —con fluctuaciones entre 200m y 400m— y se caracterizan por la presencia de casquetes glaciares.

Además del proceso de hielo–deshielo diario, el retroceso de los glaciares implica una dinámica de fusión en los bordes, que da origen al nacimiento de hilos de agua que, junto con las pequeñas acumulaciones detríticas, forma la margen periglaciar. Los glaciares retroceden un promedio de 10 a 18 m por año —de 1 a 3 hectáreas por casquete—; los que pierden mayor cantidad de hielo son, la Sierra Nevada de Santa Marta, la del Cocuy y el Nevado del Ruiz. Este constante retroceso obedece, además del calentamiento global, a que las precipitaciones de nieve, que luego se convierten en hielo, son inferiores a la cantidad de hielo que se funde; el balance acumulación–ablación es entonces negativo.


 Piso periglaciar en el volcán Nevado del Ruiz.
LAS MONTAÑAS CON HERENCIAS GLACIARES

Se encuentran entre los 3.000 y 3.800 msnm, con variaciones altitudinales de carácter local, relacionadas con la topografía —descienden más en las pendientes suaves—. Son el resultado de la glaciación pleistocènica que dio origen a cubetas de socavamiento, valles glaciares en forma de U y morrenas que conformaron una topografía suave y ondulada.

Los procesos que modelaron este piso son: escurrimientos bajo la superficie del suelo con pequeños hundimientos y posterior arrastre del suelo; depósitos lacustres y fluvioglaciares que se encuentran en depresiones y pequeños derrumbes en las morrenas laterales. También se observan grandes rocas de cientos de toneladas dispersas en los valles, evidencia de la actividad glaciar en el pasado.

EL AMBIENTE DE MONTAÑA PERIGLACIAR

Este piso es pereptible a partir de los 3.800 msnm y se va haciendo màs evidente al aproximarse al borde de los glaciares, a 4.800 msnm; tambièn se presenta en àreas que tienen las condiciones climàticas necesarias, pero que no tienen nevados. 

En este ambiente son comunes los procesos locales de acumulaciòn de hielos; la gelifracciòn o ruptura de las rocas, debido a que el agua ha penetrado en sus fisuras; al congelarse y aumentar su volumen las fractura; la descamaciòn o  desprendimiento de delgadas làminas de roca por cambios tèrmicos en su superficie; el escurrimiento nival; la formaciòn de pipkrakers _ agujas de hielo en los materiales finos del suelo_ que levantan algunas particulas de suelo unos milìmetros y al descongelarse forman suelos estriados o rizados y los taludes de microgelifracciòn o canales de disoluciòn. 


EL CLIMA EN LOS ANDES COLOMBIANOS

Desde una perspectiva de ecología planetaria, la Tierra que depende de la energía solar, funciona como la gran «máquina térmica». Capta la energía solar, la invierte y la transforma en procesos dinámicos y de organización de la vida. El calentamiento desigual y la rotación, ponen en movimiento las grandes masas de aire y generan los ciclos atmosféricos. A escala continental, se observa una gran variedad climática en los Andes tropicales, relacionada con los gradientes y tendencias climáticas altitudinales, latitudinales y patrones pluviométricos. Colombia se halla bajo la mayor influencia del hemisferio norte —vientos alisios— y en menor escala, del hemisferio sur.

El movimiento de la Zona Intertropical de Convergencia —ZITC—, determina que las diversas masas de aire —ecuatorial continental, ecuatorial pacífica y ecuatorial norte— y su confluencia en Colombia, generen los períodos o estaciones de lluvia y sequía. El efecto del desplazamiento de la ZITC genera una doble onda pluvial anual sobre el sector cordillerano y una temporada sencilla o única sobre las llanuras. En enero las masas de aire se desplazan al sur y ocasionan una temporada de lluvias hacia el sur del ZITC, mientras que en el norte causan una estación seca que afecta la casi totalidad del territorio colombiano, principalmente en las llanuras del Caribe, la Orinoquia y la Amazonia.

Al moverse la ZITC hacia el norte —6 a 8° Norte—, a mediados del año, la masa de aire ecuatorial continental cargada de la humedad proveniente de las llanuras de la Orinoquia y de la Amazonia, genera un período lluvioso en el Caribe y en el norte del país y una tendencia seca hacia el sur. El comportamiento global de estas grandes masas de aire sobre el continente y sobre las montañas, determina la distribución temporal de las lluvias en los páramos colombianos; los patrones orográfícos locales se producen de acuerdo con la orientación de las vertientes con respecto a la dirección de las masas cargadas de humedad.

Dos aspectos de la laguna de Iguaque, en un mismo día.
VERTIENTES SECAS Y VERTIENTES HÚMEDAS

Los sectores paramunos de la cordillera Oriental, expuestos a las masas de aire ecuatorial continental; los páramos de la cordillera Occidental a barlovento de las masas de aire procedentes del Pacífico y los del norte del país a barlovento de las masas de aire del norte, tienden a ser más húmedos que los situados a sotavento de las mismas masas.

En las regiones tropicales la altitud determina la variación del clima, la vegetación y la geomorfología. De acuerdo con su posición, los flancos de las cordilleras presentan una disimetría en la humedad, causada por las diferencias altimétricas de las crestas cordilleranas, la exposición a los vientos húmedos y la altura de los valles interandinos de la llanura del Pacífico y del piedemonte llanero. Por regla general, reciben menos lluvia los flancos cordilleranos interiores bajos —valles de los ríos Cauca y Magdalena— y las cumbres de las cordilleras, mientras que las partes medias tienen valores pluviométricos más altos; los flancos exteriores son los más lluviosos; entre estos, el exterior de la cordillera Occidental presenta los mayores valores medios anuales —cerca de 11.000 mm—.

En cuanto a la temperatura, todos los flancos tienen un gradiente diferente, pero son más cálidos los interiores de las cordilleras Occidental y Oriental.

Los páramos en Colombia son fríos, húmedos, están casi siempre cubiertos por niebla, reciben frecuentes precipitaciones y tienen fuerte influencia de los vientos. En ellos se alternan días fríos con neblina y lluvia con días despejados y soleados, pero durante las noches ocurren nevadas frecuentes. Hay páramos secos con precipitaciones entre 623 y 1.196 mm, húmedos con precipitaciones entre 1.197 y 3.500 mm y pluviales con precipitaciones superiores a 3.500 mm. Las lluvias son mayores en los páramos del sur y disminuyen en los del norte. Hacia el sur los páramos húmedos entran en contacto con las formaciones de vegetación de la puna de los Andes secos, denominada la jalca peruana.


Las fuentes de agua en la alta montaña dependen, en buena parte, de la fusión de los glaciares -cuando están presentes-, de las lluvias y del aporte de la neblina. Estos procesos son muy vulnerables a los cambios generados por la actividad del hombre.
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PULSOS DE INSOLACIÓN Y RADIACIÓN

En la zona ecuatorial el sol genera una intensa radiación durante todo el año y los días y las noches tienen igual duración. La insolación anual varía de acuerdo con el espesor de la atmósfera, la limpieza o transparencia de la misma, la nubosidad, la humedad atmosférica y las características reflectivas de la superficie. La máxima insolación se presenta en los desiertos subtropicales y en las altas montañas, lugares donde se combinan los diferentes factores que minimizan las pérdidas por reflexión y absorción.

La cantidad de energía que llega a una región está dada en función de su latitud y la cantidad de radiación que realmente recibe está influenciada por las características de la atmósfera; durante la época seca se presentan la radiación e insolación máximas y durante los períodos lluviosos la mínima. Con cielo despejado, la reflexión y absorción combinadas pueden llegar a ser del 20%, por lo que al suelo le llega el 80% de la energía. Bajo condiciones nubladas, la reflexión puede ser del 60% y con intensa nubosidad puede haber una pérdida del 80% de la radiación entrante. Los páramos ecuatoriales tropicales están sujetos, por lo tanto, a dos pulsos anuales de mayor radiación en las épocas de verano y a dos pulsos mínimos, durante los inviernos.

Trabajos recientes de investigación revelan además el carácter pulsante de la insolación y la radiación en el páramo; durante un mismo día se pueden presentar horas o instantes de altísima luminosidad, que alternan con momentos muy nublados, en los cuales la cantidad de energía solar que llega a la superficie es mínima. Este carácter pulsante influye en las temperaturas y es una de las mayores limitaciones para el desarrollo de las especies vegetales.  

Laguna en la región de Sumapaz, en proceso natural de sedimentación debido al crecimiento cíclico o estacional de plantas flotantes.
DISTRIBUCIÓN DE LOS PÁRAMOS DE COLOMBIA

Desde la perspectiva de la ecología continental, los páramos —en un sentido estricto—, están situados en el sector norte de la cordillera de los Andes, en Venezuela, Colombia y Ecuador, países que tienen muchas afinidades ambientales, florísticas y faunísticas. Esta cordillera —la formación orográfica más larga del mundo y la segunda más alta después del Himalaya—, tiene 7.000 km de longitud entre la Patagonia en Chile y la isla Trinidad en Venezuela; su altura media es de 3.800 msnm y su máxima elevación se encuentra entre Chile y Argentina, en el volcán nevado Aconcagua —6.959 msnm—; tiene su mayor anchura entre Perú y Bolivia —800 km— y su promedio es de 360 km.

Los Andes colombianos se levantan como una gran barrera, donde las condiciones climáticas de los páramos varían según se encuentren en uno u otro lado de sus vertientes. Los que están en las exteriores, tienen mayor humedad que los que se encuentran próximos a los valles interandinos y los que se localizan en los valles transversales están sujetos a una fuerte sequía. 

La zona ecuatorial tropical de los Andes presenta una zonación altitudinal que produce una disminución de la temperatura media de aproximadamente 0,6 °C por cada 100 m de altitud, con alguna ligera diferencia entre las vertientes —0,52 en la occidental y 0.66 °C en la oriental —; a 4.800 msnm se presenta una temperatura casi constante o isotermia de 0°C. 

En los estudios realizados recientemente por James Luteyn y Orlando Rangel, acerca de la distribuciòn de los páramos en Colombia, se estima que de la superficie total del país —1.141.748km2—, los páramos y el piso nival ocupan un 2,58%.

PÁRAMOS DEL EJE VOLCÁNICO DEL SUR DEL PAÍS

Al penetrar a Colombia, la cordillera de los Andes se divide en dos grandes ramales en el Nudo de los Pastos, departamento de Nariño, donde, en las cercanías de los volcanes de Chiles —4.761 msnm—, Cumbal —4.850 msnm—, Azufral —4.070 msnm— y Galeras —4.276 msnm—, se presentan más de 70 localidades paramunas con grandes arenales formados por depósitos de cenizas volcánicas y otros materiales piroclásticos.

Uno de los principales ejes volcánicos del sur del país lo constituye la Sierra Nevada de los Coconucos, que en una extensión aproximada de 7 kilómetros cuenta con más de ocho volcanes activos, los cuales tienen grandes áreas de superpáramo desprovistas de vegetación, por encima de los 3.900 msnm. En el Macizo Colombiano, localizado entre 1° 40´ y 2° 30´ de latitud norte, la cordillera da origen a la cordillera Oriental. Dicha región, con una extensión de 3.800 km2, tiene una gran capacidad de captación de agua, por lo cual se le ha dado el calificativo de «Estrella fluvial colombiana»; en sus páramos nacen los ríos Magdalena, Caquetá, Cauca, Patía y varios de sus afluentes.

En el paisaje paramuno de la Sierra Nevada de los Coconucos, límite entre Cauca y Huila, han actuado dos grandes fuerzas: el modelado de los glaciares y la actividad volcánica, con sus grandes flujos de lava y piroclastos.
PÁRAMOS DE LA CORDILLERA OCCIDENTAL

Esta cordillera tiene cerca de 1.200 km de longitud y cubre una superficie de más de 76.000 km2; su máxima altura se encuentra en los Farallones de Cali —4.280 msnm— y la mínima, en la gran depresión denominada la Hoz de Minamá —380 msnm—, que le abre paso al río Patía hacia el océano Pacífico; su altura media es de 2.000 msnm. En el Nudo de Paramillo se subdivide en varias serranías —Abibe, Ayapel, San Jerónimo, El Aguila y Las Palomas—, las cuales van disminuyendo de altura y desaparecen cerca de la costa Caribe. Presenta 112 localidades con páramos, entre los que se destacan los de Para-millo —3.960 msnm—, Frontino —4.080 msnm—, cerro Caramanta —3.800 msnm—, cerro Tamaná —4.200 msnm—, cerros de Roldanillo —3.650 msnm— y Farallones de Cali —4.400 msnm—, entre otros. Por el efecto de las corrientes provenientes del océano Pacífico, los páramos localizados hacia la vertiente occidental son los más húmedos.

PÁRAMOS DE LA CORDILLERA CENTRAL

La Central, la más antigua de las tres cordilleras colombianas, separa las cuencas hidrográficas de los ríos Cauca y Magdalena, cerca de cuya confluencia desaparece, tras formar la serranía de San Lucas. Alcanza una longitud de 800 km y cubre una extensión aproximada de 110.000 km2; es la más alta y masiva, con una altura media de 3.000 msnm y su máxima elevación está en el volcán nevado del Huila —5.365 msnm—. Presenta cerca de 135 localidades paramunas y en su parte media se destacan los picos nevados del Quindío o de Las Palomas —4.550 msnm—, Tolima —5.215 msnm—, Santa Isabel —5.100 msnm— y Ruiz —5.320 msnm—; todos son antiguos volcanes, algunos de ellos aún activos. La vertiente occidental, que recibe alguna influencia del océano Pacífico, es más húmeda que la oriental.

Páramo de Sumapaz.
PÁRAMOS DE LA CORDILLERA ORIENTAL

La cordillera Oriental, la más ancha y también la más reciente, cubre una extensión de 130.000 km2 y alcanza una longitud de 1.200 km; tiene una altura media de 3.000 msnm y su pico más elevado es el Alto Ritacuva —5.493 msnm— en la Sierra Nevada del Cocuy o de Guicán. En su parte media presenta algunos altiplanos, entre ellos la Sabana de Bogotá, los valles de Ubaté–Chiquinquirá y Tundama. Después se prolonga en varios cordones paralelos, para bifurcarse en su porción terminal en dos ramales, uno de los cuales penetra en Venezuela y el otro se dirige al noroeste, para formar la serranía de los Motilones o de Perijá y los Montes de Oca, que luego de disminuir su altura desaparecen en la península de la Guajira.

Tiene aproximadamente 450 localidades descritas como páramos; algunos de los más conocidos son: el páramo de Sumapaz —3.820 msnm— uno de los más extensos, el páramo de Chingaza —4.100 msnm—, páramo de Guerrero —3.300 msnm—, Sierra Nevada del Cocuy —5.493 msnm—, páramo de Guántiva —4.326 msnm— y páramo del Almorzadero —4.093 msnm—.

Una de las formas más sorprendentes de frailejón en los páramos colombianos es el Libanothamnus cf. neriifolius de la Sierra Nevada de Santa Marta. El desarrollo de inflorescencias en el ápice de sus ramas da origen, después de su floración, a nuevas rama
PÁRAMOS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Este macizo aislado de la cordillera de los Andes, la montaña de litoral más alta del mundo, contiene la región de páramos más septentrional de Colombia. Su extensión es de 17.000 km2 y en ella se hallan los picos nevados más elevados del país, Bolívar —5.770 msnm—, Simons —5.560 msnm— y Colón —5.750 msnm— y cuenta con 50 localidades paramunas.

ZONIFICACIÓN DEL PÁRAMO

A pesar de que varios botánicos y ecólogos modernos como Cleef, Rangel, Salamanca, Sturm, Vargas y Van der Hammen, entre otros, han realizado estudios detallados del páramo colombiano, el esquema clásico de Cuatrecasas, basado en criterios fisionómicos y florísticos se mantiene vigente, salvo algunas modificaciones que resultaron a partir del mayor conocimiento de la ecología y de la flora paramunas. Se han descrito 327 tipos de vegetación paramuna, entre matorrales, frailejonales, chuscales y pastizales. Cada una de las tres zonas —subpáramo, páramo propiamente dicho y superpáramo—, fue subdividida por Cleef, en 1980, en una franja alta y una baja. 

Las cordilleras colombianas presentan condiciones ambientales particulares: la cordillera Oriental cuenta con el mayor número de páramos y es muy húmeda debido a la influencia de los vientos continentales procedentes de la Orinoquia y la Amazonia. La cordillera Occidental es la más baja y húmeda debido a la influencia de las corrientes del océano Pacífico sur. La cordillera Central es la más alta y un poco menos húmeda y la Sierra Nevada de Santa Marta posee características propias debido a la influencia del mar Caribe y a su condición de aislamiento.

Racimo de flores de Castilleja, una pequeña hierba frecuente en los páramos. Su vistosa coloración atrae los colibríes y abejorros polinizadores.


EL SUBPÁRAMO

Conocido también como páramo bajo y considerado como una zona de transición entre el límite superior del bosque altoandino y el páramo propiamente dicho; presenta muchos arbustos y árboles bajos que proceden del bosque adyacente, entremezclados con la vegetación propia del páramo. 

Esta franja paramuna, que se encuentra muy bien delimitada en la cordillera Oriental, no lo está en las cordilleras Central y Occidental ni en la Sierra Nevada de Santa Marta, debido a que en estos lugares no se desarrollan la mayoría de las especies vegetales que la caracterizan.



Chingaza, en Cundinamarca, uno de los más húmedos del país.



Piso periglaciar en el volcán Nevado del Ruiz.

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